–Abro
las ventanas para ver el día fresco, avisando que el verano se
aproxima y este año en comparación con el pasado será mucho más
fresco. Mire el reloj percatándome de la hora, hoy me toca el turno
de la mañana así que no puedo darme el lujo de llegar tarde a la
librería, por lo que me despedí de Mary y salgo rápido para tratar
de alcanzar el transporte que me deja en la esquina de una venta de
periódicos a solo unos establecimientos de mi lugar de trabajo. De
allí camino admirando las jardineras de rosas mientras son regadas y
el brillo del rocío sobre sus pétalos es precioso. Al abrir la
puerta sobre el tapete me tropiezo con un pequeño paquete muy bien
envuelto con un sobre negro bastante tétrico encima, me agache para
recogerlo y entre volteando el cartel de “Cerrado - Abierto”
escrito en latín con unas letras muy preciosas. Dejo el paquete en
el almacén junto con el periódico que leeré más tarde y me dirijo
a la sala de descanso para calentar unos pedazos de pizza de la noche
anterior preparando algo de jugo para acompañarlos.
Luego
de reposar el desayuno llega un extraño hombre de unos veintinueve o
treinta años muy bien vestido, rasgos faciales exquisitos, cabello
alborotado de color castaño, alto y lleva unas gafas oscuras de sol.
El aura a su alrededor es rara, muy rara. Pestañeo para salir de mi
asombro de como una persona así esta en un lugar tan corriente y le
pregunto con algo de timidez: ¿qué se le ofrece?.
—Buenos
días, ¿en que puedo servirle? –le
sonrió tímidamente-
—Busco
un paquete pequeño con un sobre negro encima que debió haber
llegado esta mañana –me
devuelve la sonrisa mostrando su blanca dentadura-
—¡Oh,
si! Me espera unos minutos que esta en el almacén.
Lo
deje esperando en el mostrador mientras fui al almacén a buscar el
extraño paquete, por el sonido de la campana deduzco que Mary acaba
de llegar y debe estar flirteando con el guapo cliente como es
costumbre de su parte. Deje escapar un suspiro regresando al
mostrador con el paquete en las manos llevándome la sorpresa de que
no era Mary sino Steve quien ha llegado, debe estar de paso...
—Su
paquete, Sr.
—Muy
amable, ¿Helena? –mira
mi gafete regalándome de nuevo una sonrisa picará-
—A
s-su orden –le
sonreí tímidamente tratando de ocultar mis mejillas enrojecidas-
El
misterioso hombre se retiro con el paquete sin decir nada mas que
gracias, quede realmente aturdida por su presencia tan obscura y
cautivadora a parte de su espectacular cuerpo que a leguas se le
notaba por debajo de ese traje de Chanel, inmersa en mis suspiros me
olvide por completo de que Steve está allí mirándome con una
sonrisa burlona en sus labios, es un buen chico que le encanta el
deporte a parte de ser un “ratón de biblioteca” esta
perdidamente enamorado de mi buena amiga Mary que por supuesto no le
es nada indiferente.
—Steve,
¿qué te trae hoy por aquí?. Sabes que el turno de Mary, hoy es por
la tarde.
—Lo
sé, pero a veces ella esta aquí contigo. Y también vine a regresar
este libro -coloca el
libro con timidez sobre el mostrador evitando mirarme-
—Jajajaja,
¿“Los Secretos de un Corazón Herido”?. En serio estabas leyendo
esto –le pregunto
con un tono de voz sarcástico-
—¡Deja
de burlarte! Es una excelente obra que alguien como tú, nunca
entendería –frunce
el ceño cruzando los brazos realmente apenado-
—Vale
no te enojes, solo preguntaba.
—Me
lo recomendó Mary, por eso lo leí.
—Sabes
que ella te quiso jugar una fea broma, ¿cierto?.
—Lo
sospeché cuando me dijo el nombre.
—Hay
que ver lo enamorado que estas de ella –suspire
apoyando el mentón en la palma de mi mano-
Seguimos
charlando por unas horas. El reloj cucú suena marcando las doce por
lo que Steve debe irse a la universidad, tiene un debate con otra
clase sobre el ecosistema, quiere ayudar a impulsar nuevas ideas para
la preservación de la naturaleza. Es motivador el escucharlo hablar
tan apasionado de ello. Mire a mi alrededor y me di cuenta que
nuevamente hoy no hay nada por hacer así que me dispuse a leer el
periódico, tal vez consiga una buena oferta de trabajo. Hojeo y
hojeo los cuerpos de esta aburrida fuente de información diaria en
el que no hay nada interesante. No estaría mal trabajar en un
periódico o en la imprenta de uno, supongo que deben pagar bien o
mejor redactor de columnas. Agite mi cabeza en forma de negación
pues soy demasiado torpe para esas cosas.
Tres
de la tarde y un hilito de baba se desliza de mi boca pues nadie se
ha siquiera asomado, esta librería esta bien ubicada y tiene libros
interesantes por esa razón no entiendo como ¡nadie viene a mirar!.
La campanilla de la puerta suena de golpe y del susto grito tirando
el periódico por todos lados, al mirar es Mary que ha llegado como
si la estuviesen persiguiendo o algo parecido, fruncí el ceño y
ella se asusta pidiéndome disculpas.
—Helena,
¡lo siento mucho!, No quise asustarte. Pensé que llegaría tarde
por eso entre así –mira
a un lado jugando con la punta de sus dedos-
—Tran-Tranquila,
Mary, no ha pasado nada.
—Menos
mal, no hubiera vivido en paz con tu muerte en mi consciencia.
—Por
cierto, ¿por qué querías llegar temprano –le
pregunto algo intrigada-.
—E-Es
que Steve esta por venir y quería que me encontrará aquí.
—Mary,
¿vas en serio con él?. Porque él, sí.
—¿Por
qué lo preguntas tan de repente?.
—Porque
temprano estuvo aquí y... se ha leído el libro que le diste,
completo.
—¡En
serio! Lo leyó todo. Es increíble, pensé que no lo haría al ver
el título o siquiera al leer el primer capítulo.
—Pues
si, lo leyó completo. Yo también quede sorprendida y me burle un
poco de él.
—¡Helena!,
porque eres así con Steve.
—Olvídalo.
Mejor iré a preparar algo de café, ¿quieres un poco?.
—Si,
no muy fuerte.
Fui
a la sala de descanso a preparar un poco de café para pasar el sueño
que me causa este trabajo tan aburrido, monto la cafetera en la
hornilla con el agua. «¿Porqué
no hay cafeteras eléctricas en este lugar?»,
pensé mirando por la ventanilla a una pareja que esta merendando en
la cafetería de aquí junto, se les ve tan enamorados que cualquiera
que les vea dirá que no tienen problemas algunos. Suspire de nuevo,
reflexionando acerca de mi vida amorosa la cual no ha sido para nada
interesante, cuando tenía dieciséis creí estar enamorada de mi
profesor de deportes el que solo se aprovechó de mi para tener mi
virginidad, desde entonces he tratado de entablar una relación con
alguien pero nunca resultan porque siempre son unos imbéciles que
quieren mi cuerpo y nada más. El café esta hecho, estoy preparando
las tazas para servir cuando Mary grita y se me resvala una de las
manos por salir corriendo a ver que le sucede para encontrarla en el
piso con una revista en manos de esas caras que hay en el puesto de
periódicos de la esquina. Esta vez estoy realmente enojada porque es
la segunda ocasión en este día que me asusta de esa manera.
—¡Mary
Noray!, ¡es la segunda vez que me asustas de esta manera!. ¿¡Qué
rayos sucede con tus hormonas!? –le
grito realmente furiosa-
—¡He-Helena,
tienes que ver este anuncio de trabajo!, es el indicado para ti.
—¡Por
un maldito anuncio gritas de esa manera!.
—¡Si!,
mira lo que dice.
Le
arrebate la revista de las manos con ira, para ver el fulano anuncio
por el que grito. Mis ojos se abrieron hasta el punto de que casi se
salen de su lugar, mire a Mary quien sonreía de manera picara, releí
el anuncio para ver si no estaba leyendo mal pero no. Las que esta
escrito allí era de mucha seriedad, es algo increíble que alguien
rico publique esa clase de anuncios en revistas como estas para
solicitar secretaria “seria y discreta”. Me senté en una de las
butacas que están justo detrás del mostrador para continuar con la
lectura, a pesar de lo bizarro de este anuncio había una parte que
llamo más mi atención: «Es
un empleo muy bien pagado».
Ese párrafo al leerlo fue como escuchar un coro de ángeles de
fondo. Lo siguiente que sé es que Mary estaba concertando una cita
para mí, justo para el día de ¡mañana!. Quede boquiabierta cuando
me dijo que debía estar en el Edificio Chrysler a las nueve de la
mañana, hice una mueca pues las palabras no me salían.
—¿Helena,
estas bien?.
—Perfectamente.
Lo único malo es que debo ¡salir a las siete de la mañana para
dirigirme a Manhattan!
—Podemos
pedirle el favor a Steve para que nos acerque hasta allá, no creo
que él se moleste por eso, ¿verdad?.
—¡Crees
que es muy fácil viajar desde aquí hasta Manhattan sin dinero!
—¡Deja
de armar tantos panchos que no eres una mujer menopausica!.
—Tienes
razón, debo ver la parte positiva de esto. Si consigo el trabajo por
fin tendré la oportunidad de demostrar lo que sé.
—Además
tú jefe no seria otra persona más que ¡Allen Michels!, ese hombre
es tan sexy y su mirada es tan frívola e intensa que derrite
–suspira atontada-
—A
mí no me interesa ese hombre, solo deseo obtener el trabajo.
—Pero
debes informarte sobre quien sera tú posible jefe.
—Debo
saber quien es él, no si su mirada es sexy y él es frívolo –me
apoyo sobre el mostrador jugando con mis dedos-
—¡Deberíamos
ir de compras!. Tienes que lucir muy sensual para que ganes puntos y
termines de enganchar el trabajo.
—Tú
de verdad que no entiendes nada de nada –suspire
recogiendo mi cabello en un moño-
—Vamos
le diré a Steve que nos alcance por ahí, ¿te parece?.
—Pero
no tengo dinero para comprar ropa.
—¡Helena
King, me ofendes!. Somo amigas, ¿lo sabías? –cruza
los brazos frunciendo el ceño-
—Claro
que lo somos, ¿porque lo dices?.
—Porque
yo te voy a regalar el traje de la victoria para mañana, ¡te verás
fabulosa!.
—¿Estas
segura de eso, Mary?.
—Bueno
es hora de irnos al centro comercial.
Cerramos
la librería temprano para irnos al centro comercial y tratar de
conseguir un traje formal a buen precio algo difícil pero lo
intentaremos. Recorremos las tiendas buscando un traje a mi medida,
bueno más que todo accesible. Mirando un traje en las tiendas
Dolce&Gabanna nos alcanzo Steve con unos amigos suyos de la
universidad, los ojos de Mary brillaron al ver lo guapo que él anda
y no lo negare. Steve luce guapo con esas gafas. Ella le comenta lo
de la entrevista mientras tomamos unos helados con sus amigos que no
están nada mal. Luego de terminarnos los helados continuamos con la
búsqueda aunque sé que Mary se enamoró del traje negro de seda y
gabardina de la otra tienda pero yo no daré casi diez mil dólares
por un traje que usare una sola vez. Y fue en ese momento que lo
encontré, cerca de una tienda de Chanel lo vi, el conjunto perfecto
para mi cuerpo. Acentúa mi cintura y caderas resaltando mi busto, y
lo mejor de todo es que solo cuesta ¡tres mil dólares!. De nuevo
escuche ese coro de ángeles tras de mi lo que me indica que este
traje es el mejor para mí. A regaña dientes pero Mary igual lo
pago, yo estoy feliz y espero que ese hombre no se de cuenta de que
es un traje barato. Ahora faltan los zapatos que deben ser altos para
que me den más presencia y seguridad según Steve, yo creo que lo
único que me pueden dar esa clase de zapatos son muchas ampollas y
tal vez una torcedura de tobillo. Imaginar siquiera la torcedura es
algo que realmente me asusta. Los zapatos esta vez corren por cuenta
de Steve que quiere hacerme un presente de “cumpleaños”, aunque
falten unos cuatro meses para eso. No les quito la voluntad de querer
regalarme estas cosas pues sé que cuando tenga como, se los
recompensare.
Comienza
a oscurecer, y el hambre comienza a hacerse presente. Steve nos
invita a su casa para cenar los tres juntos. Pienso que
definitivamente haré un muy mal tercio entre ellos dos que seguro
quieren un momento a solas pero la oferta de la cena en su casa es
realmente tentadora, así que será para la próxima que se queden
solos a cenar.
El
departamento de Steve es verdaderamente amplio y limpio, demasiado
para un chico. La cocina es igual de espaciosa y reluciente, el
refrigerador es una exageración para alguien como él que vive solo.
Lo que más llama la atención de Mary es la enorme cama extra king
size, parece de princesa sin dejar de mencionar lo suave del colchón
que es tan alto que necesitaré escalera para sentarme allí. Aunque
no sé porque pensé eso. Me fui hasta la cocina para ver en que
podía ayudar a Steve pero al parecer él ya tenía todo bajo
control, por lo que decidí poner algo de música y crear un ambiente
más divertido. La cena esta lista, nos sentamos en el suelo
alrededor de la mesita en la sala de estar. Charlamos, reímos y nos
tomamos dos botellas de vino tinto entre los tres. Mary fue la
primera en quedarse dormida en la super cama siendo seguida por Steve
sobre el sofá y finalmente yo fui a hacerle compañía a Mary en la
cama que resulto siendo más esponjosa de lo que yo pensaba.
–A
lo lejos un ligero sonido se intensifica cada vez más pero el
problema es que no sé de donde proviene, comienza a hacerse muy
molesto así que con dificultad abro mis ojos para saber que es ese
sonido tan molesto. Mire a ambos lados del cuarto con los ojos
entreabiertos sin lograr percibir el lugar de origen de ese molesto
sonido, me acomode de nuevo en la almohada que es como si estuviera
durmiendo sobre un malvavisco. Sin embargo, el sueño no me dura
mucho pues el sonido se vuelve a hacer presente en la habitación por
lo que esta vez debo sentarme y prestar detenida atención al lugar
de origen del sonido. Nuevamente miro alrededor tratando de escuchar
detenidamente para ver si de una vez por todas encuentro el lugar de
donde proviene el bendito sonido que me esta comenzando a hastiar,
pero no logro captar el lugar de procedencia. No sé si es porque aún
sigo medio dormida y por ello mi subconsciente me esta jugando una
broma. Aunque por un momento noté sobre la mesita de noche del lado
de la cama donde duerme Mary, una pequeña caja cuya pantalla
parpadea constantemente, lo que quedaba de sueño en mi se ha
disipado al ver la hora. «¡Señor,
esto debe ser una pesadilla!. ¡Son las ocho de la mañana!»,
mi cita de trabajo es en una hora y yo todavía estoy con misma ropa
de ayer en la noche. Salté de la cama para llamar a Mary quien tiene
el cabello pegado en la cara y esta babeando, le dije que despertara
a Steve para que tengan tiempo suficiente para cepillarse los dientes
mientras que yo me ducho y visto lo más rápido posible. Ella con
dificultad se sienta en la cama estregándose los ojos con el revés
de sus manos, mira el reloj y grita, y luego corre a despertar a
Steve. Ya me duche, «Fue
más rápido de lo que pensé»,
digo mirándome al espejo arreglando mi esponjado cabello y cubriendo
las horribles ojeras que me han salido. Le pedí a Mary buscar la
ropa junto con los zapatos para adelantar y que se nos haga más
fácil la salida. Ella me tira todo sobre la cama y de inmediato
comienzo a vestirme. No me tomó mas de quince minutos el estar lista
y según yo “presentable”. Cuando salí de la habitación, Steve
y Mary quedaron boquiabiertos, no pueden creer que la mujer que
siempre viste en jeans – sudaderas – botas se vea tan bien en
este tipo de ropas. Tomé mi bolso y salimos del departamento
prácticamente volando hacia el estacionamiento, ¡sólo nos quedan
treinta minutos para llegar a Manhattan!.
Steve
parece todo un corredor de autos profesional, va a una velocidad
impresionante y aún estamos vivos. Lo mejor de todo es que ¡hay
buen tránsito! Y eso nos ayuda a llegar con cinco minutos de sobra
para poder subir hasta el último piso del Edificio Chrysler, «¡Son
setenta y siete pisos!, Ruego tener tiempo suficiente». No lo pienso
mucho y corro al interior del lugar despidiéndome de mis amigos que
pasarán a recogerme más tarde. No hay tiempo para admirar la
majestuosidad y magnificencia de este edificio, debo llegar.
Casualmente el ascensor esta por subir, le grite a un hombre que esta
dentro por favor retener las puertas unos segundos, con la mayor
velocidad corrí hacia este alcanzando a entrar cerrándose las
puertas detrás de mí. Es increíble haber corrido tan rápido
llevando tacones de cinco centímetros de alto. Deje escapar un largo
suspiro de cansancio agradeciéndole al hombre desconocido por
esperarme y apoyándome en las frías puertas del ascensor descanse
mis adoloridos pies, que están matándome. Me toma justamente cinco
minutos llegar al último piso de este inmenso lugar, antes de seguir
arregle mis ropas y cabello que están hechas un desastre por la
carrerita al ascensor. No debo ni quiero dar una mala impresión en
esta importante entrevista, pero algo me incomoda, salí tan deprisa
de la casa de Steve que no me percaté de como se veía el traje en
mí. Sé que ellos pusieron una cara de extrema sorpresa, sin
embargo, estaba tan apurada que no me fije en que mis “discretas”
curvas, han hecho su aparición. Agite mi cabeza en signo de negación
y me encaminé a la oficina donde está mi prospero futuro. Detuve la
marcha al ver la larga fila de mujeres guapas y muy bien
estructuradas que obvio, son mi competencia. Lo mejor de todo es que
no debo de preocuparme porque alguien note mis curvas, cuando hay
tantas mujeres en esta sala, por lo tanto me aproxime a la mesa para
registrarme y recibir mi número de turno. «Un poco más y soy la
número cien», suspire cabizbaja sentándome en un banco alejado del
resto. Es deprimente este lugar, más que todo porque la mayoría se
conoce entre sí y yo soy la única que no conoce a nadie.
Media
hora más después de mí llegada, comienzan a llamar por orden de
citas no por orden numérico como yo pensaba. Pasan y pasan chicas
que al salir de esa oficina se les ve agitadas o enfurecidas, ladee
mi cabeza en señal de intriga pero en realidad no me importa lo que
les haya pasado, aunque algo que me extraña es el tiempo que les
toma en salir. Las que salen agitadas les toma media hora salir
mientras que las que salen enfurecidas solo les lleva de diez a
quince minutos, eso es algo muy sospechoso para mí. Es el turno de
la señorita más guapa de todas las que están aquí. «Seguro que
ella se quedará con el trabajo, es frustrante pero es la realidad».
Miré por la ventana y el clima esta precioso así que no hay motivos
para deprimirse sino que debo estar con la mente positiva de que tal
vez, yo pueda quedarme con este trabajo. No le tomó más de cinco
minutos para salir de esa oficina azotando la puerta como alma que
lleva el diablo, «Parece que la suerte esta de mi lado», sonreí al
escuchar mi nombre. ¡Soy la siguiente!. Trague saliva y con la
frente en alto entre a ese lugar, sin saber que me estaría
esperando, eso me tiene mucho más entusiasmada.
Las
ventanas están abiertas de par en par, definitivamente el clima esta
precioso, las pesadas puertas de madera se cierran detrás de mí. La
enorme silla de cuero se gira y un hombre con una impecable presencia
y divina apariencia, esta frente a mí escrutándome con sus
brillantes ojos azul-mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario